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Explicación Cortita

Lo característico de la minificción o microrrelato, es su capacidad para disparar sugerencias múltiples en la mente del lector. Para ello se vale de la ambigüedad y de modos oblicuos de expresión, como la ironía, que apuntan a que lo que parece ser no sea, o no se sepa con seguridad si es o no es. De ahí que la paradoja y la parodia sean tan frecuentes. También lo es el doble sentido, en cuyo caso se acerca peligrosamente al chiste. En este límite, el trabajo con las palabras es lo que determina la diferencia".

Raúl Brasca.

martes, 12 de enero de 2021

Escape

 


Romeo escapó justo a tiempo del lugar donde esperaba ver a su amada. 
Lo venía presintiendo y no quería que su muerte fuera recordada de manera tan vergonzosa y ridícula: aplastado por un balcón.
Ya Willy haría los arreglos necesarios para que su muerte fuera trágica y romántica, acorde a su posición social.

Venganza

 


El agua vengativa espiaba de cerca los diarios pero mínimos movimientos telúricos. Rogaba día y noche porque alguno subiera de 6 puntos escala de Richter. Con eso bastaría para terminar de resquebrajar la represa que la mantenía quieta, estancada, aburrida. Ansiaba su libertad y sabía que algún día la lograría, a costa de lo que fuera. 
Porque el hombre nunca podrá contra la naturaleza.

Giros

 
Iba caminando descalza por la orilla, la espuma mojaba sus pies, sus ojos perdidos en el horizonte de sus pensamientos, tratando de recordar en que parte de la isla estaba el pasadizo prohibido que la llevaba al otro lado. Le habían dicho desde pequeña que no debía ir allí. Pero ahora solo quedaba ella y tenía que intentarlo. Una caracola pequeñita se le incrustó en el talón y al observarla de cerca se asemejaba a una caverna con muchas vueltas. Entonces recordó. Volvió a su choza, juntó algunos alimentos y agua de lluvia para el camino, el cuchillo de caza de su abuelo y se internó en la selva buscando la señal de la cueva. 
Cuando finalmente encontró un gigantesco círculo de metal en la tierra, sintió la emoción de quién sabe que cometerá su primer pecado. Se internó en la caverna y caminó por días, a veces a oscuras, otras iluminada por una tenue luz solar que provenía de algún lado. Hasta que chocó con una escalera metálica que conducía a otro círculo igual al de la isla. Presurosa y con el corazón palpitante, con mucho esfuerzo levantó la tapa y se encontró en medio de una gran ciudad de cemento, vidrio, luces y metal que ella nunca había visto. Algo visceral la atemorizaba. No había árboles ni plantas, ni tierra que le dieran alimentos. No había animales. No había gente. Concluyó en que se había equivocado de camino. Volvió sobre sus pasos. Cuando recuperara fuerzas en casa volvería a intentarlo, esta vez girando a la izquierda.
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