Lo único que la novia ansiaba era unirse con su amado. Llevaba años soportando la trágica vida a la que Lorca la había condenado. El día había llegado, el momento de cambiar su destino. Parada ya frente al novio, pensaba en el auto esperándola; muy cerca de él, en las maletas ya cargadas; sus labios casi rozándose, tornaban su corazón taquicárdico; entonces sacó su arma y le disparó silenciosamente.
Mientras la bala hacía su recorrido, entrando por la barbilla y saliendo por el cráneo, la novia huía por la puerta lateral del púlpito, donde Leonardo la esperaba con el auto en marcha.
Finalmente, los tiempos habían cambiado, ya no se acostumbraban tantos muertos por honor.
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Mientras la bala hacía su recorrido, entrando por la barbilla y saliendo por el cráneo, la novia huía por la puerta lateral del púlpito, donde Leonardo la esperaba con el auto en marcha.
Finalmente, los tiempos habían cambiado, ya no se acostumbraban tantos muertos por honor.
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