Aquel día de la gran explosión un centenar de familias trabajábamos en La Máquina, bajo tierra. Todo indicaba que estábamos en el camino correcto, que poco faltaba para que encontráramos la clave que haría nacer al hombre nuevo.
Nunca supimos exactamente qué sucedió. Sólo sentimos una onda expansiva, como una fuerza extraordinaria que nos hacía volar y desvanecía las cosas materiales. Todo desapareció, hasta la máquina. Cuando nos recuperamos, no sabíamos dónde nos encontrábamos, estábamos rodeados de un espacio blanco y faltaba la mitad de la gente. Una niña dijo “Mami, quiero hacer pis”; su madre volteó buscando un baño y éste se creó a sus espaldas, tal como lo estaba pensando.
Nunca supimos exactamente qué sucedió. Sólo sentimos una onda expansiva, como una fuerza extraordinaria que nos hacía volar y desvanecía las cosas materiales. Todo desapareció, hasta la máquina. Cuando nos recuperamos, no sabíamos dónde nos encontrábamos, estábamos rodeados de un espacio blanco y faltaba la mitad de la gente. Una niña dijo “Mami, quiero hacer pis”; su madre volteó buscando un baño y éste se creó a sus espaldas, tal como lo estaba pensando.
Nos llevó un buen rato comprender qué sucedía: nuestra mente creaba las cosas que necesitábamos. Algunos, incapaces de procesar la novedad, pensaron que morirían y efectivamente se murieron. Sólo quedamos quienes estábamos mejor preparados mentalmente. Y los niños.
Fue fácil organizarnos. La niña que quería hacer pis, creó una cama para continuar durmiendo y en un rato ya todos convivíamos en un gran salón con pequeñas casas en su interior. Pronto formamos la Comisión de Planificación del Nuevo Mundo. Esta vez tendríamos que hacerlo mejor.
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Fue fácil organizarnos. La niña que quería hacer pis, creó una cama para continuar durmiendo y en un rato ya todos convivíamos en un gran salón con pequeñas casas en su interior. Pronto formamos la Comisión de Planificación del Nuevo Mundo. Esta vez tendríamos que hacerlo mejor.
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8 comentarios:
Qué lindo comenzar de cero sabiendo lo que ya se sabe. Aunque no sé si el hombre sabría aprender de sus errores... Me gusta mucho la historia. Da para una serie, sin duda.
Un abrazo.
Uy! Me gusta pensar en esa idea de algo distinto, pero justamente para lograrlo hay que empezar por pensar diferente y si pensamos diferente podemos ir transformando este mundo sin necesidad de tantos muertos.
La Comisión Planificadora, a la cual pertenezco, podría comenzar por eso.
Abrazo!!!
Es todo un misterio hasta la mente que lo crea.
Besos mil.
Un brindis a la bondad de la humanidad, Claudia. Optimismo desbordante para los tiempos que nos ha tocado transitar.
Un micro de prosa pausada y reflexiva, con la tensión necesaria para que bascule el péndulo narrativo.
Muy buen trabajo.
Un abrazo.
Buenísimo, Claudia.
Un abrazo desde aquí,
PABLO GONZ
Yo, quiero ir a vivir ahí.
¿Tenes las coordenadas?
Un beso linda!
Hola Claudia, dices; "Fue fácil organizarnos", ojalá en nuestra sociedad fuera posible,somos muy egoístas y sólo consideramos nuestra individualidad.
¡Me encantó tu cuento! Muy inteligente la idea y espectacularmente bien sugeridas todas las sensaciones. Lo he disfrutado mucho.
Un beso,
D.
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