No le gustaba lo que veía a diario en el espejo. Ese día decidió entrar para hablar con ella, para persuadirla de que dejara su odio de lado y se decidiera a perdonar. Pero al hacerlo, solo logró que ese odio se multiplicara en mil fractales y se incrustara en su carne hasta casi desangrarla. Ya pasó mucho tiempo de aquello. Hoy concluye que valió la pena. Ahora la mujer del espejo ya no siente odio por quien la abandonó: ahora comprende que nadie podría amar a un monstruo como ella.
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10 comentarios:
Durísimo.
Impecable ficción en la que queda demostrado que el odio es un boomerang.
Besos!
Un relato duro, que logra atrapar al lector a pesar de tratar un tema que resulta complicado por la cantidad de escritores que se han "reflejado" en este tipo de historias. Enhorabuena. Abrazos.
Duro y fuerte.
Incluso da un poco de pena.
Besos.
Que paradoja el género femenino eh!.
Cuando están hermosas, pero sienten que les “falta cinco pal´ peso” para ser amadas o retener a su amor, se ponen ansiosas y son capaces de hacer cualquier macana.
Y cuando quedan para figurar en estampitas que asusten a los chicos si no toman la sopa, se relajan y disfrutan la vida!.
¿Quién las entiende?.
Excelente cortito que recuerda la frase del riojano: “Estamos mal, pero vamos bien!”.
Me gustó Claudia.
Besos.
Rik
Duro, durísimo. Me quedo con tu "ya no siente odio" tras la cual me duele (me sigue doliendo) la frase final.
Un beso.
Hay que saber hacer una autocrítica como esa.
Muy buen micro, Claudia.
Abrazo.
Triste.
Me gustó
Mientras no aprenda a perdonarse se verá monstruosa.
Besos.
Profundo, monstruosos y, una vez más, tierno. Tienes una dulzura al escribir que se destila en cada una de tus letras. Lamentablemente tengo que limpiar la casa, que el viernos tengo visita, pero me encantaría pasar aquí el día.
Cuenta conmigo como lector asiduo.
La baja autoestima suele deformar el propio juicio.
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