"Sentía que necesitaba más tiempo. Ese fin de año desafió las leyes naturales y a la hora del brindis, en lugar de tomar las doce pastillas, una con cada campanada, duplicó la cantidad y las tomó juntas con una buena copa de extra brut. Un leve rictus de decepción se dibujó en sus labios mientras saludaba a sus compañeros de brindis, quienes expresaban los mismos deseos de buena vida de siempre. Nada estaba cambiando. Se acomodó en un sillón, copa en mano y meditó sobre la falibilidad de las leyes naturales. Sospechaba que esas pastillas no contenían un mes, ni había que tomarlas, forzosamente, una por una al principio de cada año. Pensó que no eran más que un ardid de su inventor para ganar dinero. Él tendría que seguir corriendo para poder hacerlo todo y acabaría tan agotado como se sentía entonces.
Oyó que lo llamaban desde lejos. Quiso abrir los ojos pero sus pestañas le pesaban como barrotes. Sintió que le quemaba la mano que acababa de romper la copa. Un vértigo insoportable se apoderó de él. Su mente apenas reconocía palabras sueltas. Sobredosis. Tiempo. Estrés. Locura. Alcohol. Inconsciente. Emergencia. Shock. Coma.
Luego nada. Todo había desaparecido. Solo pudo rescatarse lo que quedó grabado en el chip negro con el código holográfico que todos llevamos en el occipucio y que, por suerte, el líder se apresuró a desprenderle en el minuto final.”
Sobre la historia de Jacques se escribió “El empleo del tiempo” que usted acaba de adquirir.
Le recordamos que, para una mejor visión estereográfica, la obra hologramada debe escanearse mediante su retina izquierda, a un nanomilímetro por segundo.
Su compra ayuda a mejorar la especie. Precio de tapa: doce días, tres horas y cuarenta minutos.
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Oyó que lo llamaban desde lejos. Quiso abrir los ojos pero sus pestañas le pesaban como barrotes. Sintió que le quemaba la mano que acababa de romper la copa. Un vértigo insoportable se apoderó de él. Su mente apenas reconocía palabras sueltas. Sobredosis. Tiempo. Estrés. Locura. Alcohol. Inconsciente. Emergencia. Shock. Coma.
Luego nada. Todo había desaparecido. Solo pudo rescatarse lo que quedó grabado en el chip negro con el código holográfico que todos llevamos en el occipucio y que, por suerte, el líder se apresuró a desprenderle en el minuto final.”
Sobre la historia de Jacques se escribió “El empleo del tiempo” que usted acaba de adquirir.
Le recordamos que, para una mejor visión estereográfica, la obra hologramada debe escanearse mediante su retina izquierda, a un nanomilímetro por segundo.
Su compra ayuda a mejorar la especie. Precio de tapa: doce días, tres horas y cuarenta minutos.
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18 comentarios:
Me gusta la ciencia ficción y el tema del tiempo asi que.....me has tocado de pleno. Las doce pastillas de tiempo son increibles y que el libro cueste tiempo, también. Y el lenguaje, muy a tono.
Un beso y gracias por darme buena lectura.
Buen texto Claudia, estaba deseando deleitarme con una ficción marca de la casa ;) Abrazos
Muy bien escrito Claudia, me ha gustado eso de las píldoras de tiempo.
Un abrazo
Qué pasada Claudia! No sé como haces cosas así, pero me parece increíble, el tono, el entrar y salir del relato a otra realidad. Impresionante
Un abrazo sin tiempo, por si acaso me lo robas ;)
Que genia estás hecha.
Bravo.
Desde el comienzo las cosas no son lo que parecen y desde luego el final es toda una revelación.
Muy buen relato, Claudia. Me gusta la ciencia ficción, y me gustó lo de las pastillas.Pobre Jacques, me recordó al ciborg rubio y espléndido de Blade Runner con su tiempo ya vencido. Memorable escena final.
Ha sido un placer leerlo.
Un abrazo.
Si esas pastillas las vendieran seriamos muchos que haríamos cola para comprarla. Este es el punto de lo que somos capaces de hacer...
Un beso Clau!
Un relato fántastico en todas las acepciones del término. Enhorabuena.
Abrazos.
Me diste “vuelta y media” con este Cortito Claudia!!!.
Yo comí las tradicionales 12 pasas de uva como me enseñó la abuela María, y que ya se incorporó como ritual en mi descendencia, y nada me sucedió.
Me impresiona que este hombre confundió las pasas con la medicación psiquiátrica mensual (con alguna droga de degradación lenta), y se fue al “chenque”!.
Estoy dispuesto a comprar uno de esos libros si trae un buen instructivo de cómo leerlo, o me lo explicas por correo. Debe ser interesante conocer qué tenía acumulado este hombre en su bulbo raquídeo!.
Feliz año y besos.
Rik
Nada que hacer, parece que hasta en el futuro, el tiempo se reirá de nosotros.
Muy bueno Clau!
Mi admiración, Claudia. Con las doce píldoras iniciales me has enganchado.
Besos.
Me sorprendiste amiga Claudia. Este relato me parece tan definitivo como ese comienzo de año que a todos nos asusta y nos acompleja.
Eres una maga del relato corto. Puede que ya te lo haya dicho pero, da lo mismo, me repito una y mil veces.
Feliz año
Vertiginoso, Claudia. Un micro tipo abanico: partiendo de una situación común nos conduces a un universo nuevo. A esa transformación se le llama literatura.
Un abrazo admirado,
PABLO GONZ
Muy bueno Claudia, la idea es "fantástica", al igual que el desarrollo. Un abrazo.
¡Qué bien se te da la microcienciaficción, Claudia!
Un abrazo.
Tremendo, Claudia, con tu permiso lo divulgo en mi muro.
Un abrazo
Al menos no se acordó de nada...
Yo hubiese preferido las 12 pasas de uva que son tradición, pero cada loco...
Besitos.
Qué bueno, Claudia,
la metáfora del año nuevo con sus meses encapsulados por delante es estupenda... ¿dónde dices que se compran las capsulitas esas? ;-)
Un abrazo,
Rocío
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