Ana de los Gatos. Así la llamaban en el barrio. Así la conocieron en todo el mundo. Nieta e hija de veterinarios, ella no necesitaba serlo para proteger a los animales más que a su propia vida. El día de su entierro, detrás de las únicas dos vecinas que acompañaban el féretro, se formó una larguísima fila de animales de las más diversas especies, pero sobre todo, gatos. Numerosas familias de gatos se sumaban a la caravana a cada paso. Los abuelos aún recuerdan los maullidos lastimeros que enloquecieron a la ciudad durante la media hora que duró el entierro. Hubo madres que salían a la calle desesperadas, temiendo que algo catastrófico estuviera provocando esos llantos de criaturas. Cuando todo acabó, una tristeza inmensa invadió la ciudad. En medio de un nuevo silencio, notaron que no había animales en ningún lado. Ni hormigas trabajando, ni pájaros volando, ni perros ladrando. Tan insoportable era esa tristeza que uno a uno, todos los habitantes de la ciudad, se dieron cita en el cementerio, donde los animales velaban la tumba de Ana. Cuando el último de los ancianos presentó sus respetos frente a la lápida, los animales retornaron a sus vidas, marcando para siempre en el calendario local el día en que Ana de los Gatos murió.
.
17 comentarios:
Vaya, me dejo un poco se triste melancolía. Pobre...aunque fue muy querida.
Un saludo indio
Apostó por la amistad fiel, más duradera, y así se demostró en su entierro...
Un abrazo, Claudia.
Que delicia de cuento.
Enternecedor.
Besos.
Seguro que Ana tenía alma de gata.
Un beso que maúlla por amor
Asi son los animales y así nos compartamos a veces los humanos. Necesitamos de un empujoncito para salir de nosotros mismos y de nuestras cosas. ¿Pereza, desesperanza?
Un abrazo. Me encantó tu mini de hoy.
Bonito cuento, Claudia, muy tierno y muy bien escrito. Un abrazo.
Me ha gustado mucho el cuento de Ana de los gatos.
Un beso.
Me ha recordado a un fantástico ecosistema, Claudia. Es como si la naturaleza entera quisiera restablecer un equilibrio que se había roto con la muerte de Ana. Muy bonito.
Saludos.
De nuevo un estupendo micro, Claudia, aunque para mi gusto peca de cierto exceso. Conforme lo iba leyendo la tensión crecía en mí; y alcanzó su paroxismo en la frase: "la media hora que duró el entierro". A partir de ahí, todo lo demás me sobra, quizás porque ya estaba sugerido.
Un fuerte abrazo,
PABLO GONZ
Claudia, me ha recordado tu cuento al romance de San Antonio y los pajaritos, como pensé que te gustaría aquí te dejo el enlace: http://www.youtube.com/watch?v=mcEEDgh-vMw
Saludos.
Tu relato de hoy Claudia, me trajo a la memoria una situación que viví a los 22 años, cuando aún viviendo en Buenos Aires alquilé una habitación en un viejo caserón donde iba a colocar una maquinas de una pequeña imprenta que tenía.
El baño de la casa estaba ubicado fuera de las habitaciones, y para llegar a él había que atravesar 2 patios.
La primera vez que necesité usarlo, atravesé el primer patio, y para pasar el segundo tenía que abrir una pequeña puerta de chapón. Al abrirla, una “mar” de gatos se vino maullando hacia mí. Claro está que la cerré inmediatamente y me olvide de mis necesidades.
Parece ser que la dueña de casa, una mujer mayor, viuda, y que vivía sola en esa mansión, acostumbraba alimentar gatos vagabundos que rondaban por las azoteas de los techos de las casas vecinas, y yo había llegado justamente a la hora de su cena!.
Supongo que aquella mujer ya debe haber fallecido; no recuerdo si se llamaba Ana, pero apuesto a que en su entierro tiene que haber sucedido lo que describís en este maravilloso cortito!.
Gracias.
Besos.
Rik
Los gatos tienen alma femenina.
Hermoso cuento.
Abrazo grande Clau!
Debe ser por su capacidad para intuir, calcular y dominar que no me gustan los gatos… o tal vez sí me gustan, pero con similares características prefiero a las mujeres.
Un beso,
D.
Muy agradable lectura. De verdad una gran leccion.
Saludos.
Es que los animales son los únicos realmente fieles a nosotros. No hay nada que hacer.
Besitos.
Es un cuento que está completamente equilibrado. Suena tranquilo. Y a flauta de Hamelín...
Me ha encantado.
Un abrazo.
Ëste me pegó a mi...en mi barrio la gatera es ex-maestra y se llama Graciela, pero mi esposa y yo creo que tambien tenemos un lugarcito en el cielo animal, si es que existe algun cielo, claro...
Publicar un comentario