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Explicación Cortita

Lo característico de la minificción o microrrelato, es su capacidad para disparar sugerencias múltiples en la mente del lector. Para ello se vale de la ambigüedad y de modos oblicuos de expresión, como la ironía, que apuntan a que lo que parece ser no sea, o no se sepa con seguridad si es o no es. De ahí que la paradoja y la parodia sean tan frecuentes. También lo es el doble sentido, en cuyo caso se acerca peligrosamente al chiste. En este límite, el trabajo con las palabras es lo que determina la diferencia".

Raúl Brasca.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Ambar

Ya puedo mirarte sin desearte, sin necesitarte. Ya aprendí a vivir sin vos. Y pensar que casi hacés que me mate!
Recuerdo nuestro primer encuentro; hoy concluyo que fue lo único bueno de nuestra relación.
Vos lucías radiante, tentadora. todos querían tenerte: eras una invitación al placer. Y me sedujiste –yo ignoraba entonces que sería tu esclavo-.
Al principio dudé en acercarme demasiado, pero tu imagen ambarina, tu cuello esbelto, casi transparente, prometían buena compañía y una calidez y dulzura infinitas. No pude resistirme: yo me sentía solo… calor, dulzura, compañía era lo que mas necesitaba.
Nuestros encuentros fueron cada vez más frecuentes e intensos. Vos embotabas mis sentidos y me hacías olvidar la realidad… mi realidad.
Nuestra relación se estaba tornando enfermiza; mi necesidad de vos crecía vertiginosamente: ya no me bastaba tenerte de a ratos, no podía concentrarme más que en vos. Te habías adueñado de mí: ya era tu esclavo y me sentía mal por eso.
Por la dignidad perdida, por la soledad a la que, casi paradójicamente, me llevaste. Porque después de todo, no me hacías feliz… me destruías, poco a poco. Y empecé a sentir miedo, culpa, angustia, impotencia y rencor. Mi vida era un infierno por vos.
Una noche decidí que sería la última que pasábamos juntos.Te lo dije, sería nuestra despedida.
Al principio me sentí bien, quizás por la decisión que había tomado. Pero al avanzar la noche, fuiste llenándome poco a poco de tu perfume, de tu calor… te fuiste adueñando de mí nuevamente, como burlándote de mi decisión, como riéndote de mi ingenuidad, muy segura de tu poder. Y creíste que habías triunfado, otra vez. Pero nunca me conociste del todo.
Salimos juntos del bar, como lo hacíamos últimamente, sin pudores. Recuerdo que pesabas demasiado en mi brazo. Pero no era un peso físico. Era el peso de los años perdidos por vos, de la vida que me reclamaba esos años en que abandoné todo: ideales, familia, amigos, trabajo, hasta mi fe, por vos. Era demasiado peso.
Entonces miré por última vez tu imagen ambarina y en un arranque, no sé si de locura o cordura, te rompí ese cuello tan tentador y dejé que tu veneno corriera despavorido por la vereda.
Fue en ese momento, en que mi existencia me pareció tan sin sentido, mi vida tan vacía, cuando quise cortar los hilos que me conectaban a este mundo, y entonces descubrí que te habías llevado mi valor y mis fuerzas. Caí a tu lado, junto a lo que quedaba de vos, sin sentido.
Era otoño y garuaba sobre aquella noche solitaria. La madrugada avanzaba sigilosa como temiendo despertar a ese cuerpo entumecido, con el alma hecha trizas, que se durmió borracho, llorando tristeza y soledad.
Me encontraron a la mañana siguiente, mojado, sucio, herido y con una resaca que me calaba los huesos. Me había dado una buena pulmonía. Porque fué buena.
Esos días en el hospital me salvaron de mi condena, porque me alejaron de vos y me hicieron reflexionar, buscar las respuestas dentro de mí, no en vos.
Sufrí mucho por tu ausencia, no lo niego. Fueron días terribles, me costó mucho superar nuestra separación, sobre todo porque sabía que podría encontrarte en cualquier bar, a la vuelta de la esquina.
Pero también sabía que no quería volver al infierno... no por vos.
Descubrí que no eras la única que podía brindarme calor, dulzura y compañía... y yo nunca pude reflejarme en tus ojos, ni sentir tus manos.
Ya ves, hoy te tengo frente a mí, te miro y no te deseo. Puedo tocarte y no sentir necesidad de vos. No te guardo rencor… no puedo hacerte culpable de mi pasado.
Por eso te tengo luciendo, otra vez radiante, tentadora y esbelta, junto a las otras botellas de mi bar. Porque ya puedo vivir sin vos.
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10 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Que tremendas son las dependencias. De lo que sea.

Buen post.

Besos.

Eric dijo...

Tan excelente como duro a la vez.
No esperaba el final.
Y nada "cortito".
Besos.

Steki dijo...

Ahhhhhhhhhh, me morí!
Qué bueno que estuvo!
Sabés que me cuesta leer largo pero la verdad es que me atrapó y nunca imaginé ese final.
Che, nena, presentá tus cuentos en algún lado. Quién te dice...
BACI, STEKI.

Juan Antonio dijo...

Claudia

Cuan hermoso y maravilloso es el amor de una persona. Sentir, vivir en ella, para ella, con ella, hsta la eternidad.

Pero la dependencia de "ella", la que mata, la que destruye por dentro y por fuera, la que nos lleva al hospital y a la muerte es terrible.

Precioso cortito, amiga.
Que Dios te siga dando luz y tanto amor que viertes en tus escritos.

Un abrazo afectuoso.

Juan Antonio

josef dijo...

Bravo!!!!me ha parecido fantástica esta separación del alcohol y el alcohólico. Sabes que muy pocos lo logran? Yo haré cinco años sin beber el mes de marzo que viene. Y en realidad es así; una separación completa, de por vida. Ya ni lo toco. no lo necesito. Pero sé una lección aprendida: Beber un solo trago de el es haberlo perdido todo de nuevo. Por eso soy tan radical como un mahometano. Felicitaciones!

Anónimo dijo...

Claudia, muy bueno el texto, es fuerte e intenso. Tal vez autobiográfico o de alguien querido que padeció algo similar?

Te cuento que por un momento quise que la historia diera un giro, te voy a dejar la idea que me surgió cuando llegué a este punto: "Caí a tu lado, junto a lo que quedaba de vos, sin sentido".

Pensé que la siguiente idea sería que la policía encontraba al personaje totalmente inconciente embotado por el alcohol y con una mujer llamada Ambar muerta a su lado...

Una idea que me surgió siguiendo el ritmo de la lectura.

te mando un saludo grande. Muy bueno el texto.

Delfín

Daniel Os dijo...

¡¡¡ I M P R E S I O N A N T E !!!
¡Qué conducción de la narrativa!
¡Qué dominio de las sensaciones!
¡Qué genial equilibrio entre vicio y despecho!
¡Qué orgullo ser tu amigo!

Anónimo dijo...

Excelente Claudia, excelente el giro que le diste, te felicito.

India

PD: Que le pasa a Adriana L.?
Espero que esté bien, me voy a dar una vueltita por su blog a leerla un ratito.

Anónimo dijo...

Claudia (hola). Escribí. Y criticate duro. No dejes que los comentarios te destruyan.

Víctor dijo...

Con tu cuento recordé una canción que explica, de algún modo, el principio de esa relación.

http://www.youtube.com/watch?v=woQ-LcpBaS0

Bien escrito. Sigue así.