Comenzaba a sentirse la primavera.
La tarde estaba linda para andar en bici y tomar mate al aire libre. Sí, eso harían a la vuelta del colegio.
Preparó la canasta con todo, el termo, el mate, el jugo, las galletitas, las carilinas, las llaves, el celular, y hasta su cuaderno de apuntes… por ahí escribía un rato, pensó.
Y a las 5 de la tarde, bajaron con la bici a cuestas. No había muchos niños; mejor, eran suficientes para pasarla bien sin estorbarse.
El sol ya estaba a 45° bajando a su puesta frente a sí, le daba de lleno en los ojos. No iba a escribir. Se quedó charlando un rato con Juan, el abuelo de todos los chicos del edificio que siempre tenía caramelos y contaba anécdotas de su juventud.
La tarde estaba linda para andar en bici y tomar mate al aire libre. Sí, eso harían a la vuelta del colegio.
Preparó la canasta con todo, el termo, el mate, el jugo, las galletitas, las carilinas, las llaves, el celular, y hasta su cuaderno de apuntes… por ahí escribía un rato, pensó.
Y a las 5 de la tarde, bajaron con la bici a cuestas. No había muchos niños; mejor, eran suficientes para pasarla bien sin estorbarse.
El sol ya estaba a 45° bajando a su puesta frente a sí, le daba de lleno en los ojos. No iba a escribir. Se quedó charlando un rato con Juan, el abuelo de todos los chicos del edificio que siempre tenía caramelos y contaba anécdotas de su juventud.
El nene jugaba a la pelota con los otros niños del edificio. El mate estaba rico, la tibieza del sol la adormilaba. Se arrellanó en el banco de madera y entrecerró los ojos para sentir más el sol, se dio cuenta que luchaba contra el sueño que llegó en el segundo en que cabeceó.
Vio que su hijo iba a cruzar la calle entre dos vehículos estacionados, sin darse cuenta que la ambulancia de adelante retrocedía sin poder verlo… lo iba a matar… fue un segundo, despertó sobresaltada y pegó el grito llamándolo.
El nene, que jugaba en el jardín, la vio ir corriendo hacia él. Lo alzó en brazos protegiéndolo con su cuerpo mientras una cazuela de hierro, pesada como un adoquín caía desde el piso 27 y daba de lleno en su cabeza.
Sintió que empezaba a marearse. Alcanzó a decirle -quedate con Juan y decile a la ambulancia que no se vaya, yo vuelvo enseguida.
Cuando despertó, se encontró en su habitación, algo desorientada. Había olor a hospital. Llamó a su hijo. Seguro que estaba en la computadora con los jueguitos. De pronto apareció en la habitación un hombre joven, muy parecido al que había sido su marido, seguido por una mujer, joven también y un niño de unos 5 años, muy parecido a su hijo, pero no era él. El hombre joven comenzó a llorar y la llamó mamá. Estaba confundida. Le presentó a su mujer y a su hijo Juan. Quiso preguntar qué estaba pasando, pero las palabras no le salían. Su hijo adivinó la pregunta en sus ojos. Entre lágrimas y una sonrisa forzada le dijo: -Quedate tranquila ma, ahora sabemos cuánto es "enseguida" para vos… fueron 20 años… nada!
Vio que su hijo iba a cruzar la calle entre dos vehículos estacionados, sin darse cuenta que la ambulancia de adelante retrocedía sin poder verlo… lo iba a matar… fue un segundo, despertó sobresaltada y pegó el grito llamándolo.
El nene, que jugaba en el jardín, la vio ir corriendo hacia él. Lo alzó en brazos protegiéndolo con su cuerpo mientras una cazuela de hierro, pesada como un adoquín caía desde el piso 27 y daba de lleno en su cabeza.
Sintió que empezaba a marearse. Alcanzó a decirle -quedate con Juan y decile a la ambulancia que no se vaya, yo vuelvo enseguida.
Cuando despertó, se encontró en su habitación, algo desorientada. Había olor a hospital. Llamó a su hijo. Seguro que estaba en la computadora con los jueguitos. De pronto apareció en la habitación un hombre joven, muy parecido al que había sido su marido, seguido por una mujer, joven también y un niño de unos 5 años, muy parecido a su hijo, pero no era él. El hombre joven comenzó a llorar y la llamó mamá. Estaba confundida. Le presentó a su mujer y a su hijo Juan. Quiso preguntar qué estaba pasando, pero las palabras no le salían. Su hijo adivinó la pregunta en sus ojos. Entre lágrimas y una sonrisa forzada le dijo: -Quedate tranquila ma, ahora sabemos cuánto es "enseguida" para vos… fueron 20 años… nada!
9 comentarios:
Así son las historias de la vida, tal como tu nos las cuentas. excelente. Un saludo!
Buen dia Claudia !!!
Me encanto !!! excelente !!!
Beso grande.
IDOLA !!!
vae
Creo que a todos nos pasó soñar con irnos a dormir y despertar en una semana, quince días o un mes. Confiando que de esa manera los problemas desaparecerán como por arte de magia. Pero la realidad de una "Zona Muerta" como la que describís en tu relato, te muestra a las claras que no vale la pena perder ni un mísero día de nuestras vidas, por muy mísero que parezca...
Saludos!
20 años!!!!
Eso es despertarse con una sorpresa.
Besos.
Catalina
En esta vida todo es relativo.
Para ella fue un instante el "vuelvo enseguida", pero para su familia...¡cuánto habrá sufrido y qué larga se le hizo la espera!
Delante de la catedral de Colonia estaba de pie, observando tal maravilla arquitectónica, cuando cayó, justo a mi lado,desde lo alto, un objeto de forma estrepitosa.
¡Cuánto me hubiese perdido durante todo ese tiempo!
Un abrazo.
Juan Antonio
Ayyyyy, nena!
Qué bien que escribís!
Veinte años no es nada... ´será?
Un mensaje a mi amigo Juan Antonio:
Juan, ésta es Claudia, no Catalina!
Seguro que te referías a Catalina Zentner, no? Otra amiga mía.
Es que somos tantas bloggers...
Menos mal que no te cayó nada en la capocha. Ufff...
BACI, STEKI.
"...las palabras no le salían". Ahí termina un cuento muy eficaz. El resto es explicación prescindible.
Muy bueno, Claudia.
Salute amiga.
No sabía que estabas de vuelta con tu blog.
Me avivé recién, en eso de -pasá por casa-Julito y todo el resto.
Me alegro, me alegra todo lo que te haga bien y piante las telarañas.
En su libro " La pieza oscura" Enrique Lihn, dice en un poema llamado-DESTIEMPO-
Nuestro entusismo alentaba a estos días que corren
entre la multitud de la igualdad de los días.
Nuestra debilidad cifraba en ellos
nuestra última esperanza
Pensábamos y el tiempo que no tendría precio
se nos iba pasando pobremente
y estos son pues los años venideros.
Todo lo íbamos a resolver ahora.
Teníamos la vida por delante.
Lo mejor era no precipitarse.
Espero sirva amiga.
Un beso
Mario
Ahhh! Era acá!
Disculpá lo descolgado que soy.
Una de dos. O soy =333 (medio bestia) o =10 (me expulsaron un jugador).
Me tomé unos días de descanso, que mañana se terminan. Ahora hasta fin de año, a terminar obras. Todo bajo presión, caótico, a las apuradas, haciendo malabarismos, como a mí me gusta.
Te felicito por tus relatos.
Un beso.
Julio
Publicar un comentario