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Ilustración de Ángeles Charlyne |
En las noches muy calurosas, suelo dejar mi cuerpo prolijamente extendido sobre la cama y me escapo, en vuelo onírico, a un lugar más fresco. Pero anoche me perdí.
Entraba en una casa, a la sombra de un gran tilo, cuando de pronto tuve una sensación de dejá vú, de estar rememorando un sueño ya soñado. Podía anticipar lo que sucedería a cada instante y pronto se convirtió en un sueño aburrido. Tuve conciencia de estar soñando un sueño viejo y decidí intervenir para cambiarle el final.
Busqué mi reflejo en el agua azul de aquella piscina pero me encontré con tu rostro, también sorprendido de encontrarme allí. Y desde entonces estamos intercambiando miradas, sonrisas y gestos conocidos y no me quiero ir. Sé que tengo que despertarme pero no quiero.
En el borde de la piscina escribo esta historia para no olvidarla, con tus ojos salpicándome la cara y tus manos soplándome los pies, antes de perderme para siempre.
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