-No es lo mismo trabajar de fenómeno de circo que trabajar en un circo fenomenal – repetía el payaso al domador, ensayando sus nuevas líneas antes de entrar. El veterano de nariz roja, risa eterna, zapatos rotos, ya no hacía reír a nadie. Su época de esplendor había pasado. Hoy necesitaba a la bailarina como muleta para llamar la atención.
Y ella… ella tampoco era la misma que comenzó luciendo colorido plumaje en la comparsa local; la que se robaba las miradas de los hombres y mujeres que envidiaban su estilo. Hoy necesitaba al payaso ramplón para hacer un número que medianamente justificara su existencia.
Cada uno, por lados opuestos del circo, entró a escena saludando al público y en el instante en que iba a producirse el previsto choque, un niñito del público les gritó “¡Cuidado, que se pueden chocar!”. Ambos se detuvieron a observar al niñito que sonreía aliviado.
Dando un paso a la derecha, continuaron la función con una sonrisa real y las esperanzas renovadas.
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Y ella… ella tampoco era la misma que comenzó luciendo colorido plumaje en la comparsa local; la que se robaba las miradas de los hombres y mujeres que envidiaban su estilo. Hoy necesitaba al payaso ramplón para hacer un número que medianamente justificara su existencia.
Cada uno, por lados opuestos del circo, entró a escena saludando al público y en el instante en que iba a producirse el previsto choque, un niñito del público les gritó “¡Cuidado, que se pueden chocar!”. Ambos se detuvieron a observar al niñito que sonreía aliviado.
Dando un paso a la derecha, continuaron la función con una sonrisa real y las esperanzas renovadas.
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10 comentarios:
Una sonrisa te puede dar motivos para mirar la vida de otra manera.
Besos desde el aire
Jo, Claudia, qué bonito, empiezas con un circo decadente y terminas trayendo la ilusión de la mano de la inocencia de un niño...
Un abrazo
Precioso!!!
Concuerdo con Anita, vas de la oscuridad a la luz. A veces una sola actitud justifica la existencia.
Un micro que regala una sonrisa...
Felicitaciones por el Primer Puesto de agosto!!!!!
(Feliz casualidad, acabo de verlo recién, antes de entrar a tu bitácora)
Un beso grandote
Qué lindo, Clau. Los niños suelen dejarnos así. Nos contagian con su inocente sonrisa.
Beso grande.
Me gusto mucho.
Y te cuento el porque, desde chica con mi padre íbamos a circo que se presentara en la ciudad, cuando vino mi heredero seguí con esa practica. Me fascina el circo. Pero un detalle, me daban mucha pena los payasos, a mi nunca me hicieron reír...y el nene de tu historia me conquisto en la gracia de los payasos.
Un beso Clau.
Claudia, la melancólica ambientación de un circo triste y desgastado refulge desde la sonrisa de un niño. Brillate relato.
Saludos
Me parece realmente tierno y... ¡me alegro tanto por el payaso y la bailarina!
Geniales algunos niños, geniales los mayores que los ven, que nos los cuentan, que son aún un poquito niños.
Un beso
Un gran recurso ese de ir de lo más sórdido a lo más inocente. A uno le queda un muy buen sabor de boca. Besos.
Un tierno relato. Cariños
Este relato me gustó cuando lo leí en minificciones y lo sigue haciendo. Que diferente es todo a los ojos de los niños. Las madres son más guapas, los padres son más fuertes, los juguetes tienen vida...
Qué pena que, al menos, no conservemos los ojos...
Un saludo.
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