Saquen una hoja. Composición libre, tema: el changuito.
Todos se miraron entre sí, sonrientes e incrédulos. Cómo el changuito? pensaban.
La mayoría ni siquiera sabía qué era eso. Algunos se daban explicaciones por lo bajo, creyéndose dueños de la verdad:
- Son los del supermercado…
- No nena, esos son changos…
- Ay, por favor! los changuitos son como unos cosos así, con rueditas que usan las abuelas para ir a comprar…
- No – acotó otra – no sólo las abuelas… mi mamá tiene uno y lo usa para ir a comprar al mercadito de la vuelta. Lo dijo con voz firme, casi orgullosa. Y como para que no queden dudas, remató:
- Se lo mandó el médico.
Esta hipotética situación es muy fácil que pueda darse entre niños de entre 8 y 20 años, la mayoría de los cuales no sabe a ciencia cierta de qué estamos hablando, cuyas madres, la mayoría de la generación X para abajo, no tienen un changuito.
Y dentro de los motivos por los cuales no tienen un

changuito, aunque si lo piensan bien, lo necesitarían, a menudo nos encontraremos con respuestas del tipo
- Es anticuado
- Es de viejas
- Es horrible
- Te da una imagen deprimente
- Es antiestético
- No es "cool" no tiene "charme".
- Es una grasada total

Bueno damas y caballeros, el único fin de este post es la reivindicación del tan vapuleado changuito, del cual soy una feliz poseedora (aunque soy de la generación x) y que resulta de suma utilidad sobre todo en determinadas ocasiones:
- Cuando la compra es bastante voluminosa o pesada, pero no lo suficiente como para justificar el envío a domicilio (si es que lo hubiera)
- Cuando se debe cuidar la columna vertebral de cargar peso excesivo
- Cuando se tiene que realizar las compras con un niño pequeño al que hay que darle la mano
- Cuando nos importa un comino lo que piensen los demás y priorizamos los puntos anteriores
Y para los que no me creen, acá están las fotos.
Por qué ustedes no utilizarían nunca un changuito?