
-Qué linda que es esa bici! cómo me gustaría tener una bici roja! eso pensaba mientras la miraba ensimismada. Le encantaba el color rojo. Sobre todo el de esa bicicleta. Era rojo sangre profundo. Pero ella sabía que nunca le iban a comprar una. Además no sabía andar sin rueditas y a la de su amiga, que a veces se la prestaba, le habían sacado las rueditas de apoyo. Tenía suerte su amiga que el padre le enseñara a andar…
- Querés que te enseñe?
- No… no sé andar…
- Por eso, yo te sostengo de atrás, vos tené firme el manubrio y siempre mirá para adelante, tratando de mantener el equilibrio
Probó varias veces, dos o tres pedaleos y se caía… no podía mantener el equilibrio. Pero lo seguiría intentando. Ella quería aprender. Si aprendía, a lo mejor le compraban una bici roja.
Su amiga ya andaba sola, y eso que en la calle de tierra es más difícil. El asfalto llegaba justo hasta donde terminaba su casa y esa lomita de bajar de la tierra al asfalto hacía saltar. Pero su amiga vivía sobre la tierra dos casas más allá. Y ella quería que su mamá la viera andar en bici, así podía pedirle que el comprara una.
- Me la prestás? así pruebo a ver si puedo sola?
- No… no sé andar…
- Por eso, yo te sostengo de atrás, vos tené firme el manubrio y siempre mirá para adelante, tratando de mantener el equilibrio
Probó varias veces, dos o tres pedaleos y se caía… no podía mantener el equilibrio. Pero lo seguiría intentando. Ella quería aprender. Si aprendía, a lo mejor le compraban una bici roja.
Su amiga ya andaba sola, y eso que en la calle de tierra es más difícil. El asfalto llegaba justo hasta donde terminaba su casa y esa lomita de bajar de la tierra al asfalto hacía saltar. Pero su amiga vivía sobre la tierra dos casas más allá. Y ella quería que su mamá la viera andar en bici, así podía pedirle que el comprara una.
- Me la prestás? así pruebo a ver si puedo sola?
Lo intentó una vez más. Sí parece que ahora sí. Después de dos o tres paradas, ya había aprendido. Iría hasta su casa a ver si la veía su mamá. Iba concentrada manteniendo el equilibrio, por eso no tuvo en cuenta la lomita, y en dos segundos estuvo en el suelo, sobre el asfalto, en la puerta de su casa, con la bicicleta encima de su pierna izquierda.
Qué mala suerte! pensó. Había sangre. Se había lastimado bastante la rodilla. Cuando se incorporó y se miró, más dolida en su orgullo que por su pierna, ésta chorreaba sangre. Tenía que limpiarse. Entonces fue hasta la canilla del patio de la entrada de su casa y se mojó para sacarse la sangre y la mugre. Ahí fue cuando vio que se había rebanado como un centímetro de diámetro de carne.
Qué mala suerte! pensó. Había sangre. Se había lastimado bastante la rodilla. Cuando se incorporó y se miró, más dolida en su orgullo que por su pierna, ésta chorreaba sangre. Tenía que limpiarse. Entonces fue hasta la canilla del patio de la entrada de su casa y se mojó para sacarse la sangre y la mugre. Ahí fue cuando vio que se había rebanado como un centímetro de diámetro de carne.
Resignada por completo, se olvidó de la bici nueva. Ahora pensaba en lo que diría su mamá.
Volvió sobre sus pasos hacia la calle.
- A ver si encuentro el pedacito… aunque sea…