Enseguida se toman vacaciones y me dejan así,
con el cerebro revuelto, los dedos haraganes,
las ganas disipadas y la pantalla en blanco.
Espero que regresen mientras ordeno un poco.
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Las minificciones son larguísimas y complejas historias que no se ven, que se ocultan arteramente detrás de un puñado de palabras conocidas.
Hace poco leí en algún lugar no literario:
Cuántos hombres fueron importantes en tu vida?
-Qué tontería, pensé, qué importancia tiene cuántos?!
Pero sin darme cuenta me encontré sumando con los dedos.
Quienes queriéndolo o no, hicieron hito. Para ellos mi agradecimiento.
A mi papá, que me mimó cuando aún no tenía uso de razón.
Al profe Alberto, quien me dio parte de la seguridad que me faltaba en mi adolescencia.
A Horacio, porque después de trabajar para alguien tan perverso, pude hacerlo en los lugares más difíciles.
A Hernán, quien me enseñó los peligros del amor enfermo.
A Mario, con quien aprendí a negociar con una sonrisa en los labios y hielo en la mirada.
A Claudio, quien durante mucho tiempo fue amigo incondicional.
A Gustavo, porque me amó y me dio un hijo.
A Marcelo, por sus férreas convicciones y su inteligencia.
A Ricardo, por su ayuda desinteresada.
A Guillermo, experto en dibujar sonrisas.
Me alcanzaron las manos. Justo para el aplauso.
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